jueves, 1 de mayo de 2014

A las puertas del infierno.. os dejo uno de mis cuentos

Afrodita había perdido toda su belleza, estaba sucia, desaliñada, pero, aunque su tez parecía de color verdoso y su cabellera llevara tiempo sin ser peinada, no había perdido su fuerza. Protestaba sin descanso, insultando y escupiendo a su carcelera, aunque Atenea la tratara con desdén.

Era tal su estado que Atenea, a su lado, resultaba incluso más atractiva –algo impensable tiempo atrás-. Altiva, sintiéndose fuerte, despreciaba a su antigua rival, ignorándola durante días, incluso meses.

Pero Atenea nunca conseguiría la dulzura que su presa había tenido, las artes que habían hecho que viviera en tan bellos lugares, con tanto amor. La vida de Atenea era intensa, sí, pero fría, sin risas. Era admirada por su valor, por su sabiduría, por su saber estar al lado de los que la necesitaban. Pero sabía perfectamente que si abría la puerta a Afrodita, ésta volvería a ser el centro de atención y, sería más ostensible, y ya nadie, repito, nadie, la tendría en consideración, no se recordaría a la áspera y distante Atenea.

Un día Afrodita decidió cambiar de táctica, no podía ser que quien la mantenía secuestrada en aquella mazmorra hubiera perdido todo atisbo de humanidad. Conocía de su gran corazón para nobles causas, ¿por qué no podía compadecerse de ella? Así que se decidió a hablarle.

-Atenea, déjame salir.

-Sabes que nunca lo haré.

-Sólo quiero respirar un poco, aquí me ahogo. No has de tenerme miedo.

-¿Miedo yo? No seas ingenua.

-¡Hace tanto que no me visitabas! Estás muy bella Atenea. ¿Por qué no me dejas salir? ¿No crees que ya recibí suficiente castigo? Sé que para ti soy una carga, realmente. Siempre ahí, en tu conciencia, ¿no sería mejor que me dejaras marchar?

-Puedo vivir con ese peso. Si te dejara ir, anularías mi presencia. Eres mala Afrodita, te dejas llevar por los placeres de la vida sin pensar en las consecuencias. Me heriste a mí y podías haber herido a muchos más. El orden es hermoso, Afrodita, es hermoso y justo. Tú eres todo caos y, el caos, como tú, es propio del inframundo, por eso decidí encerrarte aquí, en la puerta del infierno.

-Enséñame a vivir más mesuradamente. Los hombres me engañan con sus artimañas y consiguen de mí lo que quieren. Yo te admiro, Atenea, eres fuerte, en cambio, yo, yo no, yo soy débil.

-Por eso te encerré, porque eres una loca que no controla sus impulsos. En el fondo te hice un favor.

-Lo sé, Atenea, y por ello te doy las gracias. Ahora quiero que me enseñes a ser mejor, quién mejor que tú puede enseñarme… Por eso te pido que abras esta puerta y me aceptes como tu discípula.


Y entonces Atenea, sorprendentemente, abrió la puerta y, también sorprendentemente, Afrodita la abrazó llorando y pidiéndole perdón.

1 comentario:

  1. joan llort riera2 de mayo de 2014, 3:36

    Es la segona que intento posar el meu comentari..i no ho aconsegueixo....Afrodita-Venus fou vicima de la seva belleza, el mateixa que passa amb moltes dones que són aixó només Guapes, ahi les històries dels antics Deus... per mí una de les més colpidores és la de Prometeo, que potryta el foc als Humans, robant-lo de l´Olimp. posteriorment fou castigat per Zeus a una vida terrible... (agonia ).

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